sábado, 23 de septiembre de 2017

¿Son caras las consolas actuales?


Esta es una de las preguntas más frecuentes que se hace el público gamer. Una manera de responderlo, es comprar los precios de las distintas consolas históricamente. El evidente problema de esta comparación es que los dólares de los años 70s no valen lo mismo que los dólares actuales. Es por ello que, como mínimo, la comparación de precio debe tener un ajuste por inflación.

Usando los datos de IPC de Estados Unidos del Bureau of Labor Statistics (BLS) y los precios de salida reportados por el sitio de IGN, podemos ver cuanto costarían las consolas antiguas en dólares a agosto de 2017


Las barras de color naranja son los precios en dólares ajustados por inflación mientras que las de color azul son los precios el año que salieron. La lista está ordenada de mayor a menor de acuerdo a los precios ajustados por inflación.

Lanzada en octubre de 1993, es muy claro que históricamente la consola más cara fue, por lejos, la 3DO de Panasonic, con un precio entonces (U$S 699) que hoy equivale a 1.178 dólares. Seguida muy de cerca por la Neo Geo Advance de SNK que con sus actuales 1.170 dólares (U$S 649 al salir) superaba en potencia en 1991 a sus competidoras SNES y Sega Genesis llevando a los hogares la calidad que solo se veía en los salones de arcade. La consola más potente de su época, y vaya que lo valía.

Volviendo a la actual generación, la primera consola que aparece en el ranking es la Xbox One en el décimo lugar. Lanzada en noviembre de 2013, la última consola de Microsoft fue puesta a la venta a un precio de 499 dólares, que ajustados por la inflación que hubo en Estados Unidos en los últimos 4 años da un precio actual de poco más de U$S 525. Microsoft cometió una serie de errores al inicio de la generación y uno de ellos fue lanzar la Xbox One junto con Kinect en un pack a un precio muy superior a PlayStation 4. Los resultados negativos de esa disposición provocaron que Xbox One bajara luego de precio. Aun así, está muy lejos de los primeros lugares de consolas caras.

Detrás de Xbox One, en el undécimo lugar, se encuentra la futura Xbox One X, que tendrá en noviembre de este año el mismo precio de salida que Xbox One en 2013.

PlayStation 4 aparece recién en el decimonoveno lugar, por debajo de la mitad de la lista. Y PlayStation 4 Pro está todavía más barata en el vigésimo primer escaño.

Finalmente, la Nintendo Switch se corona no solo como la consola de actual generación más económica en su precio de salida, sino también como una de las más baratas de la historia al momento de entrar al mercado. 

En resumen, al menos en términos históricos, las consolas actuales no son caras. 

jueves, 14 de septiembre de 2017

¿Cuántos exclusivos excelentes tiene cada consola de sobremesa actual?


En principio, hay que matizar que estamos en un terreno claramente subjetivo. La elección de qué juegos exclusivos son los mejores en una consola a la hora de decidirse a comprarla es principalmente cuestión de gustos personales. Por ende, dependerá de la escala valorativa subjetiva de cada persona, la cual es incomparable interpersonalmente.

Sin embargo, para realizar este post, usaremos conocidos sitios webs recopiladores de reseñas de videojuegos. Estas páginas lo que hacen es tomar los puntajes numéricos que otorgan muchos sitios web especializados en videojuegos a títulos determinados y colocarles un promedio (a veces ponderado) general.

Muchas, pero no todas, páginas especializadas en videojuegos realizan análisis, críticas o reviews de un título determinado (al momento de salir, un poco antes o después) y le ponen un puntaje numérico dependiendo de qué tan bueno es. Los sitios recopiladores toman buena parte de estos puntajes, los promedian (ponderadamente o no) y exponen un puntaje promedio general.

Veamos cuantos juegos exclusivos tienen PlayStation 4 (PS4), Xbox One y Switch con 90 o más según Metacritic, Open Critic y Game Rankings:


Como se observa, en términos de cantidad total, claramente la ventaja la lleva PS4 poseyendo siete juegos exclusivos (respecto a las otras consolas) con más de 90 en los tres sitios de Internet. En segundo lugar, aparece Nintendo Switch que en sus solo seis meses en el mercado ya tiene dos juegos excelentes. El último lugar es de Xbox One con uno solo.

Ahora bien, muchos preguntarán: ¿Cuáles son esos juegos y qué puntuación (mayor a 90) tienen? Ello se responde en el siguiente gráfico:


En este caso, vemos cada juego, separados por consola, con sus respectivos puntajes en los sitios de Internet y el promedio de los tres.

En términos de valor promedio, y para sorpresa de nadie, aquí Zelda: Breath of the Wild arrasa.

En resumen, si hablamos de cantidad total de títulos exclusivos excelentes (más de 90 de nota) entre consolas, por ahora, PlayStation 4 lleva una clara delantera sobre las demás.






¿Con qué criterio se armaron los gráficos?

Con “exclusivos” debe entenderse juegos propios de una consola respecto a otras consolas de diferente compañía. Además, se toman solo exclusivos interconsolas, no respecto a PC. Por ejemplo, Forza Horizon 3 se puede jugar tanto en Xbox One como en PC, pero en ninguna otra consola salvo la de Microsoft. Por ende, entra como exclusiva de Xbox One. Lo mismo se aplicaría a Nier: Automata, si estuviera en la lista: se tomaría como exclusivo de PS4 aun cuando tiene un port para PC. Es verdad que posiblemente Undertale salga para otras consolas, pero por el momento no hay ninguna confirmación y sigue siendo PlayStation 4 (y Vita) la única en que se puede jugar.

Tampoco se tiene en cuenta juegos exclusivos de una consola respecto a otra consola de la misma marca. Zelda: Breath of the Wild, por ejemplo, tiene versión tanto para Switch como para Wii U, por lo que aparentemente no sería “exclusiva” de la primera. Pero ambos sistemas son de la misma marca: Nintendo. Por ende, entra como juego exclusivo pues en ninguna otra consola rival de la compañía se puede obtener. “Exclusivo”, en este caso, implica exclusividad de la marca de consola, más que de una máquina.

Por juegos “excelentes” se entiende títulos cuyo promedio en cada sitio sea de 90 o más. Sí, tal vez es un criterio demasiado estricto pues, por muy poco, no entran exclusivos que estimo grandiosos como Horizon Zero Dawn, Nier: Automata, etc. Sin embargo, considero que, dada la casi imposibilidad obtener un 100, llegar a un promedio de más de 90 juntando varios sitios de crítica especializada es un logro muy considerable. Adicionalmente, ese promedio de 90 hacia arriba debe obtenerse con 5 o más reviews. A veces, hay juegos en estas webs que logran puntajes altos únicamente porque tienen un solo análisis.

Con consolas “de sobremesa” implico máquinas de entretenimiento que necesitan energía externa (se enchufan para funcionar), requieren conectarse a un televisor y se juegan en un lugar fijo (aunque te puedas mover en ese sitio). Con PS4 y Xbox One esto es evidente. Nintendo Switch también cumple estas características, pero además es utilizable de forma portátil (propiedad adicional de la que carecen las otras dos).

Y por “actual” significa consolas que hoy en día sean conocidas, utilizadas y con expectativas generales de compra futura por parte de la mayoría de los consumidores que no las poseen (o poseen una o dos de las tres). Es por ello que Nintendo Wii U no entra. A pesar de ser conocida y utilizada, no tiene la expectativa general de compra futura. Esa característica, junto a las demás, actualmente es de la Switch. Ya Nintendo ni siquiera la menciona en planes a futuro. Si no me creen, vean solo los primeros 45 segundos del reciente Nintendo Direct y verán que incluso Koizumi habla de Switch y 3DS, pero nada de Wii U.

También hay que tener en cuenta que los juegos admitidos son los de esta generación de consolas. La retrocompatibilidad de Xbox One permite usar juegos de la anterior Xbox 360 y, próximamente, de la primer Xbox. Ello habilitaría la entrada de muchos juegos con 90 o más. Sin embargo, los juegos de Xbox 360 se pueden usar en Xbox One, pero no son títulos hechos para esta última.

Por último, en la elección de juegos se toman en cuenta las remasterizaciones (por ejemplo, The Last of Us, Journey, etc.), pero no las expansiones (como Final Fantasy XIV: Stormblood que hasta hace poco cumplía la meta de 90). No creo que deba explicar la diferencia entre un juego remasterizado y hecho para una consola y la retrocompatiblidad, poder usar un juego no hecho para  la consola.

domingo, 3 de septiembre de 2017

El mito de que las máquinas causan desempleo


La idea popular de que la automatización de los procesos productivos genera desempleo de la mano de obra es tan vieja como la Revolución Industrial. Es un concepto que suele ser resumido en frases como “la máquina reemplaza/desplaza/sustituye al hombre”, “desempleo tecnológico”, “empleos que serán destruidos por máquinas”, etc. y que domina el debate, así como el sentido común, del ciudadano de a pie. 

Como en otros casos, aunque no ocurre siempre, el sentido común se equivoca gravemente. Los economistas han refutado la afirmación anterior desde hace más de cien años. A continuación, veremos una serie de razones económicas por las que es falso que la introducción de máquinas genere desempleo masivo.

(1) Producir la máquina requiere empleo de mano de obra

Buena parte, o todos, los despedidos por la introducción de la máquina se compensan porque para fabricarla necesariamente se requirió mano de obra. Sin hacer esa máquina, ese empleo de construirla no existiría (Hazlitt, 1946: 38).

Lo que crea las máquinas ¡ES UNA INDUSTRIA! O, mejor dicho, en general es alguna industria o una empresa. Y, como toda industria o empresa que se expande, emplea más gente (entre otros insumos como materias primas, energía, terreno, etc. cuya expansión de producción puede también demandar más empleo).

Pero aun asumiendo que la industria de la máquina, y sus ramificaciones, no logran compensar todos los puestos de trabajo perdidos; quedan otras razones.

(2) Los beneficios que gracias a la máquina generan empleo

¿Con qué propósito se introduce la máquina en primer lugar? Para que (se espera) reduzca los costos de hacer un producto. Si no (se esperara), no se habría adquirido. Ello brindará al adquirente beneficios mayores que sin la máquina. En un principio, puede se usen para pagar el costo de adquirir la nueva tecnología, lo que quede después es ganancia para el empresario.

Luego de que la máquina “se paga a sí misma”, el empresario está obteniendo ganancias mayores que antes (asumamos que vende el producto al mismo precio que lo venía haciendo, con sus costos ahora disminuidos por la máquina). Si se ve solo desde el punto de vista individual del empresario, como lo haría un progresista, parece que solo él gana y encima no hay más empleo. Pero cuando hacemos el análisis social y completo, el empleo aumenta y sus ganancias no son permanentes.

Los beneficios adicionales del empresario pueden usarse en (a) ampliar sus instalaciones (comprando más maquinas o contratando más gente) para hacer más productos, (b) invertir en alguna otra industria o (c) aumentar su propio consumo. Cualquiera de esas opciones amplía la cantidad de puestos de trabajo: ya sea fabricando más máquinas, ya sea ocupando empleados adicionales en otras industrias o con los contratados para producir más bienes de consumo adicionales (Hazlitt, 1946: 38-39).

(3) La competencia genera más empleo

Los mayores beneficios en relación a los de los demás productores, tenderán a atraer competidores que imitarán su ejemplo, aumentando la demanda y producción de más máquinas. Si los otros se resisten a adquirir la máquina, el empresario pionero en la mecanización con su eficiencia comenzará a expandir sus operaciones a costa de ellos (absorbiendo a sus empleados ya sea trabajando para el pionero o haciendo máquinas adicionales que este demanda). Y para producir esas máquinas, se demandará trabajadores adicionales.

La mayor producción ofrecida y eficiencia gracias a las máquinas, permitirá reducir el precio del producto, mientras los beneficios “extraordinarios” se agotan en el proceso de competencia entre los adoptantes de la máquina que baja el precio (Hazlitt, 1946: 39). 

(4) El empleo cambia de composición, pero no disminuye, y la productividad aumenta

La introducción de la máquina se hace para aumentar la productividad. Esto significa (a) producir mayor cantidad del mismo producto por unidad de tiempo (más “output” por unidad de “input”) o también (b) producir productos de mejor calidad (inviables sin la introducción de la máquina). Ceteris paribus, el aumento de oferta del bien A (que haya más del mismo producto o que se ofrezca uno de mayor calidad que antes no se ofertaba) disminuye su utilidad marginal respecto de la de los demás bienes. Por ende, la mano de obra tiende a retirarse de la producción de A y queda disponible para ampliar la producción de otros artículos B, C, D, etc. Esos proyectos de producción solo son rentables y viables gracias a la introducción de la máquina y la mejora de fabricación del bien A. Antes de la máquina, esos proyectos no se llevaban a cabo. ¿Por qué? Porque la mano de obra estaba ocupada produciendo al artículo A, cuya demanda era más urgente que la de los demás productos. La causa por la cual se reduce la mano en la industria de A, luego de introducir la máquina y producir más A, es que aumentó la demanda por trabajadores en los demás sectores que ahora se pueden expandir y que antes de la máquina no podían (Mises, 1949: 768).

Una mejora tecnológica o más y/o mejor maquinaria va a incrementar el empleo en una industria donde la demanda de su producto sea “elástica” (ante una baja de precio de un cierto porcentaje, la cantidad demandada del producto aumenta en porcentaje mayor). Si el precio baja, digamos, un 10 % y la cantidad demandada aumenta en 50 %, entonces para producir esa cantidad adicional (posible gracias a la baja de precio, que a su vez es viable por la reducción de costos debida a la introducción previa de la máquina) se demandará más empleados. La ampliación de la producción expande el empleo en la industria. E incluso usando la máquina “ahorradora de trabajo”, se necesitan a todos o buena parte de los trabajadores despedidos para producir más y alcanzar la demanda. Es decir, se precisan más empleados que los que eran necesarios antes de aparecer la máquina.

Pero aun asumiendo que la demanda del producto es “inelástica” (ante una baja de precio de un cierto porcentaje, la cantidad demandada del producto aumenta en porcentaje menor o incluso no aumenta en absoluto), no se pierden empleos netos por mayor innovación tecnológica. A diferencia del caso anterior de demanda “elástica”, esta vez la demanda no aumenta suficiente para absorber a los despedidos. Ciertamente esa industria puede demandar menos trabajadores y otros recursos, pero como el precio del producto disminuyó por la mayor productividad, la gente gasta menos en adquirirlo. Los fondos adicionales que ahora tienen (gracias a la baja de precio del producto), los gastarán en otro lugar* generando más producción y más empleo en otras industrias. Los trabajadores son despedidos de una industria que produce un bien para trabajar en otras que hacen otros productos. En resumen, usar máquinas y disminuir el empleo en industrias con demanda “inelástica” provoca que esos trabajadores vayan a industrias con demanda “elástica”. El empleo cambia de composición, menos en industrias de demanda “inelástica” y más en las de demanda “elástica”, pero no necesariamente se reduce. El trabajo se expande en unas industrias y se contrae en otras.

En los dos casos antes mencionados, además hay una fuente de trabajo adicional ofrecida para trabajadores: la industria que hace maquinas nuevas y se está expandiendo (Rothbard, 1962: 588; Fairchild, 1952: 478-81).

(5) Miopía analítica

En última instancia, la falacia del desempleo tecnológico se debe al limitado, arbitrario e incorrecto punto de vista miope de concentrarse exclusivamente en un sector.

Lo de que “la maquina dejó desempleado” a uno o varios trabajadores únicamente es cierto desde el punto de vista de la industria o empresa. Cuando se hace el análisis global, ya no lo es. Al usar este argumento, los progresistas que siempre acusan (falsamente) a los liberales de ser “atomistas”, “individualistas” o que “no tienen en cuenta que los hombres viven en sociedad”; caen en la contradicción de hacer un análisis individual o sectorial y olvidar el estudio social.

Si una persona que fue despedida, porque una maquina ahora hace su trabajo, encuentra empleo en otro lugar, entonces en este caso no hubo desempleo generado por la mecanización. La persona no está desempleada. Solo si se ve el empleado despedido y no se mira que el mismo encontró otro empleo en otro lugar o industria, tiene sentido la tesis alarmista. 

Cierto, la máquina “hizo que lo despidieran” (que perdiera su antiguo trabajo), pero eso no necesariamente lo hace desempleado (imposibilitado de encontrar un nuevo trabajo)**. La máquina pudo haber quitado su puesto de trabajo anterior, pero de ninguna manera le sacó su potencial nuevo empleo. Por ende, la introducción de la maquina “reemplazando” al hombre no causa desempleo.

¿Y si no hay suficientes empleos adicionales para absorberlo? No hay ninguna razón para pensar ello, al menos en una economía libre. Primero, los servicios del factor trabajo son un factor productivo relativamente escaso (respecto a la tierra, por ejemplo) y no-específico. Dado que es uno de los más escasos, no hay ningún incentivo para mantenerlo ocioso, sino al contrario: economizarlo (utilizarlo en los usos más urgentes siempre que sea posible). Segundo, las necesidades humanas por bienes o servicios útiles intercambiables están muy, pero muy, lejos de estar completamente satisfechas. Y no solo no están satisfechas, encima no son siempre las mismas, cambian constantemente. Es más, aun en el supuesto irreal de que la inmensa mayoría estuvieran satisfechas, ello requeriría una inmensa e intrincadísima estructura de capital. Solo el mantenerla requeriría una brutal cantidad de trabajo (Rothbard, 1962: 587).

Si no hay mayor cantidad y calidad de oportunidades laborales, la razón hay que buscarla en la intervención estatal. Allí donde los impuestos sean muy altos, las regulaciones muy numerosas, amplias y prohibitivas, haya salario mínimo, beneficios de desempleo o sindicatos privilegiados, donde el Estado absorba buena parte de los recursos gastando mucho, etc.; muchos menos proyectos de inversión se llevarán a cabo. Y, por ende, muchas menos oportunidades de trabajo habrá si uno pierde su puesto. Si el gobierno destruye los nuevos empleos y los potenciales, entonces no es la maquina la que genera desempleo. Para sorpresa de nadie en ningún lugar, es el gobierno el que lo hace.





* Obviamente, no gastarán mucho más en el mismo producto o industria pues la propia definición de demanda inelástica (supuesto inicial) implica necesariamente que la cantidad demandada cambia poco o no lo hace ante variaciones de precio. Como sí podíamos asumir, por ejemplo, en el primer caso de la demanda elástica, que todo lo que les sobraba de dinero a los consumidores, gracias a la baja inicial de precio, lo gastaban solo en adquirir más del producto.

** Por supuesto que puede ocurrir un “desempleo” si el trabajador despedido insiste en buscar únicamente el trabajo exacto que ahora hace una máquina al mismo salario o mayor. Pero eso sería desempleo voluntario, el cual no es un problema. Si un trabajador insiste en aceptar solo sus propios términos para un puesto y estos no se pueden cumplir, difícilmente encontrará empleo. Pero eso ocurrirá no solo en el caso de las máquinas, sino también en cualquier otro caso que no las involucre. Si, por ejemplo, para entrar a trabajar a una universidad por primera vez insisto en ingresar como el director cobrando $160.000 al mes, voy a permanecer sin encontrar trabajo allí. El empleado que desee únicamente y sin excepción trabajar hoy haciendo autos en una línea de montaje como en los años 20s, habrá elegido quedarse desempleado en la industria automotriz. Ni siquiera en estos casos ocurre desempleo involuntario.



Fairchild, Fred R. (1952) Understanding Our Free Economy: An Introduction to Economics. D. Van Nostrand Company.

Hazlitt, Henry (1946), Economics in One Lesson. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2008.

Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar's Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998.

Rothbard, Murray N. (1962) Man, Economy, and State, with Power and Market. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2004.